La situación nacional que enfrentamos las mujeres en Cuba es hija de siglos razonamientos machistas. Coincidimos en que el caudillismo y la violencia, dos de los grandes males que nos afectan como nación, nada tienen de femenino. Creemos importante entonces que, para transformar la naturaleza del poder y de las relaciones sociales en nuestra sociedad, es necesario recorrer el camino de forma diferente a como se ha hecho hasta ahora. Para ello es imprescindible incorporar decididamente nuestra propia visión del mundo.
La historia nos ha hecho relevantes las anécdotas de mujeres que tienen comportamientos a la altura de las expectativas machistas. Pero no se nos hace justicia otorgándonos sólo el derecho de entrar en la historia y en la vida social y política de la nación a partir del paradigma impuesto por los hombres.
Con el proceso político iniciado en 1959 se dan las condiciones relativamente efectivas para nuestra emancipación. Muchas tenemos hoy un status importante en la sociedad y emergemos como profesionales en diversas esferas de la vida social. Sin embargo, la propia estructura originaria de ese proceso limita aquel impulso emancipatorio. Como hecho que se origina en un acto bélico, la entonces revolución otorga a las mujeres, identificadas con ella, un rol de retaguardia en la consecución de sus fines. En este sentido las mujeres actuamos como asistentes en el proceso real de toma de decisiones fundamentales. El poder político no incorpora nuestra propia visión para establecer las líneas maestras que rigen la sociedad.
El desencanto generalizado de muchas de nosotras hacia la política y el trabajo cívico expresa las inconsecuencias del intento de emancipación otorgado por los hombres. Estos desencantos se recrudecen por la precariedad de las asociaciones de mujeres independientes, con agenda feminista, distintas de la única organización permitida que responde a los diseños e intereses del Estado-partido en Cuba, y que no respalda las más genuinas demandas ni se identifica con los conceptos de las diferentes olas del movimiento feminista mundial.
La militarización de la sociedad cubana constituye otro proceso que potencia el rol masculino en la sociedad, en detrimento de los roles propios de las mujeres que nos identificamos con las concepciones feministas. El feminismo más genuino no solo se opone a la guerra sino que busca la desmilitarización de la sociedad.
Las condiciones hoy existentes en nuestro país están llevando a las mujeres cubanas a aquellas realidades históricas anteriores que trabajosamente se iban superando. Las carencias materiales en la sociedad reflejadas directamente en el hogar, la ausencia de condiciones para el cuidado primario de los hijos, la violencia estructural que va descomponiendo nuestros códigos y valores sociales, la violencia doméstica e intrafamiliar, la pérdida de la autoestima, especialmente de las más jóvenes, y el retorno explícito a un machismo arcaico afectan con particular virulencia nuestras posibilidades para una sistemática y emancipada participación en la modernización de la sociedad.
El retorno de estas realidades constituye, no obstante, una oportunidad crítica para constituir una organización femenina, entre las existentes, con una agenda autodefinida desde y por las mujeres. Pese a que Cuba cuenta con un feminismo intelectual de ricas perspectivas, son débiles las plataformas que integren a las mujeres, en toda su pluralidad, desde abajo y en la sociedad a una propuesta social que le proporcione suelo y fuerza a nuestras demandas y al debate social sobre nuestras ideas de qué y cómo se debe transformar la sociedad cubana. Somos las grandes perdedoras dentro de la actual dinámica de cambios en el país, y nuestras necesidades y agendas no se han introducido en el limitado debate social hoy existente.
La Plataforma Femenina Nuevo País se constituye como una organización moderna, progresista y con una agenda feminista actualizada para responder tanto a las necesidades institucionales del debate actualizado sobre temas de género, como a la creciente demanda de muchas mujeres en Cuba para crear organizaciones de origen, formato y concepción diferentes a la oficialista Federación de Mujeres Cubanas, ajena esta ultima a la deliberación y a las problemáticas del sujeto mujeres, al valor de la subjetividad femenina y la discusión siempre viva sobre temas de identidad.
Partimos ante todo de varios principios. Primero, el de emancipar al hombre de la mujer. La diferencia de género sigue siendo vista como una ventaja a favor de los hombres y como un obstáculo que se debe superar, en vez de tomarse como riqueza y valor de una verdadera democracia entre los sexos. Segundo, el de redefinir los valores de igualdad y equidad nacidos de aquello que los hombres han pensado que es bueno y mejor para las mujeres. Tercero, del principio de que la democracia, y la paridad de deberes, derechos y oportunidades deben comenzar por la familia. Cuarto, de que la educación es incompleta si no educa a los ciudadanos y a las ciudadanas en la dignidad y riqueza de ser diferentes. Quinto, de que la tolerancia y el respeto de las diferencias y de la diversidad son los valores fundamentales para alcanzar la igualdad y equidad de género. Sexto, de que la democracia y la libertad son los fundamentos esenciales para lograr los objetivos primordiales de la agenda feminista: la participación paritaria y en igualdad de condiciones en la formulación del tipo de sociedad y nación que queremos y necesitamos; y séptimo, que la violencia como herramienta, visión y mentalidad constitutivas del poder y la dominación de las mujeres por los hombres, es una cultura ajena a cualquier agenda feminista auténtica y a una sociedad fundada en los valores de equidad e igualdad entre los géneros.
La Plataforma Femenina Nuevo País potenciará la creación de una sólida organización femenina que defina y defienda los derechos e intereses de las mujer desde la mujeres, y compartiendo con los hombres nuestra visión. Nadie mejor que nosotras está en condiciones de plantear, sin tutelas externas, cuáles son y cómo canalizar aquellos valores, códigos, objetivos e intereses que expresarían nuestras inquietudes, peculiaridades y posibilidades de participación social, económica y política. Para nosotras tiene un valor fundamental no emular a los hombres ni estandarizar nuestros parámetros a los masculinos. Por eso valorizamos con vigor la manera que tenemos las mujeres feministas de trabajar en la sociedad: reunir y no marginar; trabajar para construir y dar vida; cuidar lo que está creado y mediar en los conflictos.
Por eso, parte de nuestra labor estará encaminada a suavizar y eliminar la crueldad propia al ejercicio de un tipo de poder, en el que desafortunadamente están implicadas muchas mujeres en Cuba, tratando de introducir un nuevo lenguaje y comunicación sociales que elimine la machicización de sociedad.
La sociedad y nación a las que aspiramos depende en mucho de la capacidad que despleguemos para hacer valer una agenda feminista que cuenta con raíces en la historia, cultura y tradición cubanas, y que puede y necesita nutrirse del debate y los alcances del movimiento feminista mundial.
Contrariamente a como habría dicho José Martí, la mujer auténticamente emancipada, que afirma con originalidad y radicalidad la libertad, no es la sonrisa necesaria a la gloria de los hombres, sino la que trabaja junto, no contra ellos, en la edificación de una sociedad moderna, equilibrada y equitativa, concebida como un lugar para todos.
Coordinadoras Plataforma Femenina Nuevo País
La Habana, 19 de marzo de 2013
Yasnay Lozada Castañeda Marta Tamayo González
Eroisis González Suarez Dailen Rojas Pérez
Gloria Llopis Prendes